

El afán de conquista y expansión territorial de Napoleón en su época como emperador de Francia colocó al imperio galo como uno de los más poderosos y temidos en Europa. Las numerosas guerras, conocidas como Guerras Napoleónicas, que libró el ‘Pequeño Corso’ le llevaron a acumular el poder suficiente como para hacer y deshacer a su gusto en muchos países del Viejo Continente.